lunes, 4 de julio de 2011

Entrevista al Dr. López Quintás



[siguiendo el enlace puede leer la entrevista completa en su blog, que recomiendo, esto es sólo un extracto]









- Hoy se está hablando mucho de “Emergencia educativa”.





- Ciertamente. Intelectuales y dirigentes considerados hoy como un referente utilizan, a menudo, esta expresión cuando abordan el problema educativo, y diversas asociaciones de gran calado cultural y social están dedicando gran esfuerzo a analizar la situación actual, para ver de encontrar una salida airosa a esta crisis pedagógica





- ¿Qué se quiere indicar, exactamente, con la expresión “Emergencia educativa”?





- Hay dos tipos de emergencia educativa. Uno indica el hecho de que los alumnos presentan un grado de ignorancia inaceptable en cuestiones académicas básicas. Tal fallo puede superarse si se aumenta debidamente el nivel de exigencia y se concede la necesaria autoridad al profesor.





El segundo tipo de emergencia se refiere a la calidad de la enseñanza humanista. Se trata de una situación límite, de graves consecuencias. No se alude sólo a un problema grave, ni a una serie de problemas que puedan ser tratados uno a uno para mejorar la situación. (...)



- ¿Cree usted que nos hallamos en una situación de emergencia, en el segundo aspecto?







- Lamentablemente sí, en buena medida. Y ello requiere un estudio profundo, pues se trata de una quiebra radical de la forma de pensar. Cuando un alumno dice que “no hay que buscar la verdad, porque cada uno tiene la suya”, nos deja descolocados a profesores y alumnos, literalmente nos desquicia, porque el quicio o eje del proceso formativo es la búsqueda en común de la verdad, es decir, de la realidad tal como se nos patentiza a lo largo de la vida. Si un alumno dice al profesor: “Usted tiene su verdad y la respeto, pero yo tengo la mía y usted debe respetarla”, parece que es muy respetuoso y procura el consenso y la concordia, pero anula nuestra capacidad de conocer la realidad y atenernos a ella, con lo cual mina la base del entendimiento entre formadores y alumnos, y, en general, entre personas y pueblos. Cuando este desgajamiento se hace general, se produce una situación de emergencia educativa.





Si los alumnos de filosofía contemporánea desconocen que Max Scheler y Nicolai Hartmann escribieron sendos libros sobre Ética, están desinformados. Necesitan ampliar sus conocimientos de Historia de la Ética. Pero, si afirman que la libertad y las normas se oponen siempre, les falla la forma de pensar. Piensan sólo en un nivel elemental y aplican esa forma de pensar a los niveles superiores, sin matización alguna. Cuando lo hacen porque ignoran que hay que distinguir niveles de realidad y de conducta, entonces el fallo en la forma de pensar es todavía más profundo; afecta a las bases de su pensamiento. En cuanto este fallo se propague, da lugar a una emergencia educativa.





- ¿Es posible, a su juicio, superar esta situación de emergencia? ¿Tiene algún método para ello?





- Afortunadamente, sí. Debido a una serie de malentendidos y prejuicios, se ha producido una especie de bloqueo intelectual en multitud de personas, especialmente niños y jóvenes. Es necesario conseguir que éstos se liberen de tales malentendidos por propia experiencia. De ahí que mi método –promovido por la Escuela de Pensamiento y Creatividad





- Me temo que este método de ayudar a descubrir debe de ser más difícil que el mero enseñar lo que uno ya sabe…





- Al principio sí, porque transmitir las enseñanzas por vía de búsqueda exige al profesor asimilar muy bien las ideas y adoptar un método muy bien articulado, pero luego todo marcha mucho mejor, pues cada descubrimiento que hacemos nos dispone para el siguiente. Voy a hacer, en esquema, una experiencia de descubrimiento, y veremos lo que avanza un joven en cuanto a descubrir los distintos modos de libertad. Yo le invito a que haga conmigo esta experiencia:





Figúrese que tengo un fajo de papel. Puedo hacer con él lo que quiero. Es un objeto, y dispongo de absoluta libertad para usarlo como medio para mis fines, o canjearlo por otro, o simplemente desecharlo… A este plano de los objetos y de nuestra capacidad de dominarlos y manejarlos para nuestros fines vamos a llamarle nivel 1.





Ahora bien. Si escribo en ese papel una obra musical, lo transformo en partitura. La partitura es una realidad superior al papel, pues tiene la capacidad de revelarnos una obra musical. Pertenece a un plano más alto que el de los meros objetos: el plano de las realidades “abiertas”, expresivas, capaces de ofrecernos posibilidades de actuar con sentido. Está, por tanto, situada en el nivel 2. Con el papel puedo hacer lo que quiera, pero con la partitura no. Si quiero interpretarla al piano, debo seguir sus instrucciones. Y, cuanto más obediente le sea, más libre me siento, pero con otro tipo de libertad, la libertad creativa. Pierdo, con ello, en buena medida mi libertad anterior, la libertad de maniobra, pero adquiero una forma de libertad superior. Tener libertad creativa significa aquí que interpreto la obra con soltura y destreza. Pero interpretar bien una obra es crearla de nuevo. Al renunciar a la libertad de maniobra, gano capacidad creativa, y, con ella, el poder de unirme a la obra con un tipo de unión muy estrecha, una unión de intimidad.





Ahora vemos claramente que, en este nivel 2, la libertad y las normas no se oponen; se complementan y enriquecen. Comprender bien esto nos da una luz inmensa. Si alguien me dice que la libertad y las normas se oponen, le contesto con toda precisión: en el nivel 1, sí; en el nivel 2, no, porque aquí sucede todo lo contrario: la libertad y las normas se exigen mutuamente y se ayudan a abrir todo un campo de creatividad. Esa capacidad creativa me perfecciona como persona. En cambio, el que se obstina en dar por supuesto que las normas se oponen a la libertad, ciega la fuente de su capacidad creativa, y rebaja la calidad de su vida personal.





- En alguno de sus libros, habló usted de la necesidad de que los profesores sean no sólo “informadores” sino también “formadores”






- Ciertamente, y este perfeccionamiento puede conseguirse muy bien con el método que he elaborado. Si se aplicara en los centros escolares, con un guía un tanto experto, se abrirían vías fecundas para superar el peligro de la "emergencia educativa”. Pero esta cuestión exige más tiempo para exponerla.