lunes, 14 de noviembre de 2011

Condena, perdón y ETA

Está muy bien pedir perdón, y se agradece que el que ha roto el retrovisor de mi coche me pida perdón, pero también le corresponde arreglarlo. Y dar un "parte" al seguro no me hace menos cristiano. Acepto su perdón, y su dinero.

Para Dios es otra cosa, para Él sí hay perdón que lo borra todo, y es condición el arrepentimiento. Pero los hombres pueden perdonar al que pide perdón o al que no lo pide. Eso es indiferente para la justicia y es indiferente el hecho de que el criminal pida perdón o no.
La idea del perdón político ha calado fuerte en el pensamiento general. Comenzó con la estupidez de pedir perdón por el pasado de las organizaciones (por la esclavitud, la inquisición o por Paracuellos, bueno, por Paracuelos no) y ahora está de moda con el perdón de ETA. Parece que aquí todos andan esperando que salga de la boquita del criminal las palabras "perdón" y "condena". Y se ve a periodistas, jueces y políticos detrás de los etarras buscando esas palabras mágicas que les liberen de sus propios crímenes y les conviertan en ciudadanos de pleno derecho.

El imaginario colectivo cree que  una vez pedido perdón públicamantre, las víctimas vivas tendrán que aceptarlo, darse la mano y todos a vivir en la democrática Euscalerría al son de la flauta y el tamboril. Y además el perdón tiene que ser mutuo, porque algo habrá hechjo mal la víctima para ser víctima...

Aquí lo que está detrás es la preparación sentimental del pueblo para ver cómo unos criminales se van a ir de rositas. Vamos, que les va a salir gratis el asesinato y que, además de gratis será rentable, porque han usado el terrorismo en todos los frentes para conseguir unos objetivos que han logrado, y ahora que les viene mal lo dejan y quieren explotar la vía política, hasta que les convenga.

Deberían estar en la cárcel hasta el último día de condena, enviando flores y dinero, cada día, a las víctimas y devolviendo hasta el último euro de la extorsión. Deberían indeminizar a aquellos que, amenazados, tuvieron que irse, y pagarles una cantidad diaria a cada ciudadano que tuvo que salir con lo puesto; y pagar al Estado los millones que ha costado mantener a miles de escoltas, fortificar los cuarteles, etc. etc.

Cuando ETA desaparezca debe haber una causa general que responsabilice a cada uno de los miembros (activos o durmientes, arrepentidos y comprometidos, históricos y presentes) por todos y cada uno de los secuestros, de los robos, de las amenazas, de los miedos, los exilios, las palizas, los insultos, etc. Y cuando quede claro que estos señores: nombres y apellidos, le deben a la sociedad española este sufrimiento y este dinero; entonces sí, en igualdad de condiciones, pasados cuarenta, cincuenta o sesenta años, presentarse a las elecciones para reclamar lo que quieran reclamar.

Pero me temo que no va a ser posible y que de aquí a unos meses empezarán a salir, poco a poco, los criminales y que en breve tendremos movimientos "cívicos" que desafien al Estado de manera "pacífica".

Y volverá la violencia. Tarde o temprano. Porque la paz sólo se puede fundar en la justicia.

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