miércoles, 6 de marzo de 2013

Chávez y el doctor Montes

Montes ofrece a los periodistas su cáliz envenenado
Es inmoral mantener a una persona con vida para algún fin distinto que no sea su propia curación o salvación. Las personas deben morir cuando les toca, usar la libertad para decidir cuándo tenemos que morir es querer ocupar el lugar de Dios. 

Es cierto que el científico moderno tiene que ponerse en el lugar de Dios para comprender el mundo, pero debe saber que es un juego, que aunque se tome el punto de vista de Dios, el que hemos llamado "objetivo", él no es más que un humano corriente y tiene que actuar como un humano más y no como un dios.

Tomar el lugar de Dios no es otra cosa que alejarse de los fenómenos cercanos y verlo todo como desde fuera, es decir, pretender ser objetivo siendo uno un sujeto. Como verán no hay nada reprobable en esa forma de pensar, es más, es la forma que nos ha dado mejores resultados, nuestra forma de pensar. Pero la tentación está en que una vez visto el mundo desde el punto de Dios pensamos que podemos actuar como Él. Y ahí entramos en terrenos resbaladizos...

Y esta es la tentación de los griegos: la ὕϐρις [hybris], que viene a ser el olvidarse de que ellos no son más que humanos, por muchas cosas que descubran y muchas batallas que ganen., y creerse dioses. Es comer del árbol de la ciencia del bien y del mal.

Saber ser un hombre, un mero hombre, a expensas de la naturaleza eso es lo propio de los seres humanos, arrojados al mundo, esto es la αρετή [areté]. El griego debe saber luchar y vivir en su mundo de humanos: morder, matar, morir y vivir como humanos. Nada de salirse de sí, nada de querer ser dioses. Por eso el término αρετή expresa a la vez un valor moral y la fuerza más inmoral, consiste aprender a ser un ser humano.

Si uno se pasa de ser ser humano por un exceso de αρετή puede terminar en la ὕϐρις. Y esta es la paradoja de lo humano sin Dios: que si queremos ser demasiado humanos tendremos que acrecentar nuestro poder, nuestro dominio, ser cada vez más como Chávez  y llegará un momento en el que o ocupamos el puesto de Dios o nos caemos del poder. 

Por eso eso de morir cuando uno quiera, cuando más convenga es propio de las camarillas de los dictadores que no aceptan, en último extremo, que el dictador se muere porque es un hombre corriente, como todos los hombres. Y por eso buscan a toda costa una prórroga. 

Y en esta misma línea está la eutanasia activa y sin consentimiento de los pacientes practicada por Montes en los hospitales de Madrid, que practicó más de 400 sedaciones que "aliviaban el sufrimiento" y mostró su "satisfacción por el deber hecho", llegando los jueces a no entrometerse en la denuncia presentada por la Administración correspondiente, con una figura jurídica, ya vigente en tiempos de Pilatos, que se llama "sobreseimiento".

Pues bien. Montes peca de esa ὕϐρις griega que surge con la ciencia: el no sólo querer ver al mundo desde el lugar de DIos, sino querer ser Dios.

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