miércoles, 7 de agosto de 2013

El Miedo a la Libertad


El Miedo a la libertad. Así se titulaba un libro de Erich Fromm que durante la carrera leí dos veces y nunca entendí, o no me dijo nada, a pesar de que tuvo mucho éxito y era muy citado, yo no lo conseguí. De las tesis del libro no recuerdo nada, y sospecho que no es más que un título acertado, como aquél de Weber de La ética protestante y el espíritu del capitalismo, que con sólo leer bien el título ya no es necesario leer el texto.

Da igual el libro, porque lo que importa de este libro es el título, que da que pensar: ¿Quién tiene miedo a la libertad? Realmente todos, los que mandan y los que obedecen. Pero con la libertad tenemos un dilema: ni nos gusta ni queremos anularla. Nos gusta la lucha por mantenerla, el despliegue progresivo de la misma y la sensación constante de perderla y ganarla en cada decisión. No queremos un mundo sin libertad, pero cuando la tenemos rápidamente ponemos límites y nos entra el miedo y generamos mecanismos para anularla.

Y es que, como en tantos problemas modernos, esconde uno de esos falsos dilemas de los que habla el profesor López Quintás: a la verdadera libertad nadie le tiene miedo, a lo que tenemos miedo es al mal uso del libre albedrío, que elimina la auténtica libertad. 

Cuando alguien tiene un miedo enfermizo a la libertad es porque cree que con libertad llegará algo peor que teniendo las cosas "bien atadas", y sólo las suelta por impotencia, cuando ya no puede retenerlas. Está claro que el que piensa que las cosas degeneran sin su protección ha elegido la visión del mundo pesimista: "todos son malos, y cuando vemos a alguien que se comporta bien es porque no puede hacer el mal", en el fondo la idea de la izquierda que presupone que toda acción moral es farisaica y que en realidad si no hay leyes fuertes, si no tenemos a todo el mundo vigilado, tarde o temprano aflora la injusticia y la violencia. 

Esta visión pesimista se retroalimenta con su propia acción, porque los espíritus libres siempre rompen sus cadenas. Tarde o temprano las cosas que deben ser libres se van o se mueren en las manos de su captor. Es ley de vida. Por lo tanto lo inteligente no es intentar acaparar, sino poner las bases adecuadas para que las cosas no se salgan de madre cuando tengan que salir, y esas bases no son otras que la educación en la responsabilidad y crear los ambientes adecuados. 

El miedo a la libertad en una sociedad surgirá si las personas no han sido educadas en la responsabilidad, es decir, en el uso correcto de la libertad. Pero no basta la educación, el ambiente debe ser propicio. Si la mayor parte de las personas están bien educadas será cuestión de que los gobernantes ideen en unas pocas normas para que la cosa pública funcione, más o menos. Si no lo están... por más normas que tengamos siempre serán insuficientes.

Pongamos otro ejemplo del ámbito privado: el conflicto entre padres e hijos durante la adolescencia. Es evidentemente una lucha sobre dos concepciones de la realidad, quizá las dos equivocadas; el adolescente piensa que es mejor de lo que es, que es capaz de hacer lo que se propone, que no hay peligros en la vida, que es responsable. El adulto piensa que el adolescente es un niño, que no puede hacer nada solo, que sin su ayuda se moriría, que es un irresponsable.

De esta confusión nace efectivamente el conflicto total, donde ambas partes se exigen lo que no pueden darse y se reduce la relación, quedando una caricatura de lo que debería ser. El miedo a la libertad aquí lo muestran los padres por un lado, que son incapaces de dejar al hijo vía libre y el hijo, que no es capaz de afrontar su propia vida sin la protección (material) de los padres. 

Lo mismo ocurre con las empresas, cuando llega un inepto al mando y tiene una concepción negativa del ser humano lo que procura es vigilar hasta la saciedad: se controla quién va a trabajar, a qué hora, cuánto tiempo está. Se ponen cámaras, se controla el correo electrónico, se crea un ambiente en el que el "chivato" puede ser cualquiera, se plantean despidos en masa, etc.

El miedo a la libertad es cuestión que hay que superar: las personas son responsables en su gran mayoría, estamos bien hechos; lo que hay que crear es estructuras y normas que permitan el desarrollo de la verdadera libertad.

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