miércoles, 14 de agosto de 2013

La autonomía es una deficiencia


La autonomía es una deficiencia, y convertir en ideal de vida llegar a ser un deficiente es un problema mental. Aún así está de moda, ¡qué le vamos a hacer! eso de ser autónomo, cuando lo propio de los humanos es que las normas no nos las demos a nosotros mismos, sino que las compartamos, las vivamos experimentándolas con los otros. El pobre que se da las normas a sí mismo, sin tener que consultar con nadie, es un pobre fracasado, un ser sin hogar (nunca un "sin techo", traducción pésima de homeless).

Nos han puesto durante años los medios de comunicación la idea del hombre hecho a sí mismo, el hombre que se basta, que no tiene relación con nada. Y nos lo han vendido como una idea de salud mental: nada de grandes pasiones, de devociones, de amores fuertes. Todo líquido, suave, superficial. El hombre autónomo moral, económica y afectivamente es el ideal burgués, kantiano y/o masón, pero la autonomía personal o política es una falsedad. No es posible, y si lo fuese, no es deseable. 

No es deseable que el hombre viva solo, que se haga a sí mismo, que no le deba nada a nadie. No es natural. El ser humano está diseñado para la comunicación y sólo crece en el intercambio, por lo tanto, el ideal ilustrado de autonomía moral es realmente una llamada a la destrucción o al suicidio. 

Y lo mismo ocurre con los pueblos: cuando los pueblos les da por la autonomía se suicidan, se destruyen; porque lo propio de los pueblos es la intercomunicación, la comunicación de las ideas. Digamos que cuando todo andaba bien en España lanzábamos nuestra cultura a todo el mundo; cuando lo perdimos todo en 1898, se creció Sabino Arana y creó el nacionalismo español, que ha matado desde entonces.


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