miércoles, 4 de septiembre de 2013

Despidos y educación


El ámbito de la educación es un desconocido para muchos gerentes de colegio que se alejaron hace muchos años de los alumnos y se refugiaron en el triste mundo de las programaciones didácticas, la pedagogía o la gerencia pura de los colegios. 

Pero es precisamente el ámbito de la educación el que justifica la existencia de la misma, crearlo es el fin de todo proyecto educativo y sin su reconocimiento toda educación fracasa. 

En España fueron los socialistas los que con dos leyes consiguieron matar el espíritu de la educación, muy imbricado en la Iglesia, para lograr una escuela igualitaria y aséptica a costa del alumnado y de los buenos profesores:

La primera Ley, la LODE, que "racionalizó" e hizo científica la gerencia de los colegios, destruyendo pequeños centros que eran verdaderos ámbitos de encuentro para convertirlos en macro centros. Nacionalizó cientos de centros privados, que pasaron a ser "sostenidos con fondos públicos" con un concierto que presupone que es el Estado el que paga y toma las decisiones sobre cómo, qué, cuándo, dónde y por qué se estudia, dejando al centro elegir al profesorado y poco más.

Después vino la LOGSE, que nos trajo una pedagogía estructuralista, errada en su raíz y que presupuso que la libertad de los profesores debería ser abolida en pro de unos proyectos curriculares y unas programaciones didácticas impuestas en las que el profesor es mero ejecutor. Una pedagogía centrada en una mentira psicológica: la idea de que el niño quiere aprender naturalmente y aprende por acumulación, por una serie de aprendizajes significativos que vienen como del cielo al hacer que el alumno experimente por sí mismo, etc. etc.

Las dos leyes rompieron con el ámbito de la educación, porque obligaron a todos los aspirantes a profesores, públicos o privados, a aprenderse estas teorías erradas, a generar un modelo profesionalizado, en el que los tecnócratas creen que saben más de los niños que los profesores o los padres. Queriendo siempre crear un entorno altamente cualificado, lo que encuentran es una realidad que no se ajusta a las tablas Excel, a los cálculos de burócrata... y entonces sobra gente: sobran alumnos, familias, profesores... sobra todo el que no pasa por esa profesionalización o aquél que piensa o habla más de la cuenta.

En un entorno donde se pierde el ámbito de la educación sólo queda lo instrumental, lo medible, lo que es igual para todos. Entonces se olvida uno de formar buenas personas, de querer a los alumnos, de buscar lo mejor para ellos; y sólo se busca que aprueben, como sea, las pruebas que se impongan. De ese modo los profesores son capaces de pasar de curso a un alumno que no da la talla, "soplar" en un examen de Selectividad, o enseñar sólo cinco autores de los doce del temario. O inflar la nota de Bachillerato para que salga correcta la media, o de aprenderse de memoria las respuestas de otros años de la Prueba General de la Comunidad Autónoma.... Lo que importa es subir puestos en el "ranking". Todo vale para dar la nota objetiva, para tener datos que enseñar al "jefe", para demostrar que son buenos profesionales. Y como todo vale sobran otras perspectivas, sobran los profesores que hablan demasiado con los padres, o los que no son partidarios de la pizarra electrónica, o del engañabobos del aprendizaje divergente...  y los que no planifican, o los que creen que hay que lograr que los alumnos se conviertan en buenas personas, porque las buenas personas siempre van a tener cosas que hacer en la vida y los profesionales... ¡son sustituibles! Se crea entonces el miedo y la exclusión


La educación es comunicación entre personas y la comunicación no se puede planificar. En realidad  no se puede controlar: a veces sale bien y a veces mal; lo único que se puede esperar es que se quiera hacer bien, que haya entusiasmo y comunciación, porque sólo así cuando sale mal se busca el motivo y se soluciona, hasta que salga bien. 

El gerente en la educación debe ser un humilde observador, respetuoso con el entorno educativo. Sólo es un facilitador de esa relación, no el que la crea. Por eso en educación en principio no sobra nadie, en educación no hay "profesionales", hay personas con vocación y dotes de comunicación e instituciones que las acogen y que las respaldan con su proyecto.

En educación solo sobra el que no sabe que la educación es un arte de comunicación, algo así como la amistad o el matrimonio: un ámbito donde no valen medidas, reglas, cuantificaciones, etc.   donde lo único que importa es la voluntad de crear.

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