miércoles, 30 de septiembre de 2015

Despidos


Seguimos con el curso gratuito de dirección moral de empresas. Hoy hablamos de los despidos, que parece que era cosa del pasado y que ahora estábamos en recuperación, en contrataciones, etc.,  pero se sigue despidiendo y se seguirá.

El problema no son los despidos, claro, el problema es el modo. No voy a hacer un discurso tipo sindicalista de defensa de los puestos de trabajo por encima de los intereses de la empresa. Creo que los empresarios están en su derecho de despedir a la gente siempre y cuando tenga un motivo suficiente. Creo que también los empresarios pueden despedir si simplemente le cogen manía a un trabajador o deciden contratar a un sobrino suyo. Pueden hacerlo, pero debe hacerlo bien.

Bien aquí no significa con buena técnica, sino que tiene un significado ético. El empresario (o el directivo) tiene una obligación moral con el que trabaja en tanto que persona con la que convive, en tanto que prójimo. Pero también tiene obligación moral en tanto que forma parte de una institución jerárquica, donde el que despide está por encima del despedido y por tanto tiene la obligación moral añadida de cuidar y promocionar a los subordinados. Solo con estas dos obligaciones ya tenemos cómo debe un empresario tratar a sus trabajadores, en todo momento y también en el momento del despido. Y esto vale para cualquier institución o empresa, con ánimo de lucro o sin él, estatal o privada, etc.

Es cierto que hay situaciones donde la obligación moral de cuidado se duplica, me refiero a casos como mujeres embarazadas, personas con cargas familiares, con problemas de salud o con edades que dificultan o impiden la reinserción laboral. En general la norma es la misma pero a estas personas se le añade una obligación moral mayor. También aumenta la responsabilidad si la titularidad de la empresa es pública o si se trata de una asociación sin ánimo de lucro, una fundación o una obra de la Iglesia. Entonces se debe cuidar mucho más la forma del despido. 

Esto de las obligaciones éticas no se debe estudiar en ningún sitio, y eso explica que en Recursos Humanos (o "Área de personas", como quiera llamarse*) no tengan ni idea de esto. Creo sinceramente que si lo hacen mal es porque no saben o creen que no forma parte de sus competencias. Hay gente que cree que eso de ser buena persona o ser un buen cristiano es algo que se hace fuera del horario laboral, que forma parte del ocio o de la vida "personal" enfrentada a la laboral, donde los criterios no son éticos sino prácticos. 

Pero si no lo saben es por tres motivos no excluyentes: 1. Porque en la Universidad que estudiaron no se lo enseñaron, cosa que me lo creo porque me consta que en las universidades españolas se prima lo práctico antes que lo ético, y en algunas universidades españolas los alumnos no tienen ninguna asignatura de antropología y/o ética. 2. Porque en las escuelas de negocios no se enseñan estas cosas, pero sí las técnicas y las formas de control y de dirección de los empleados basada en el miedo y en la arbitrariedad del directivo, haciendo plegar a los trabajadores al "plan estratégico" y tratándolos como meros ejecutores de dicho plan y no al revés, es decir, colocando a los trabajadores en el punto central y el plan estratégico en sus manos. 3. Porque en su vida laboral no hayan topado con personas que les hayan parado los pies ante el atropello, la arbitrariedad y la prepotencia, y sin embargo hayan aprendido porque en su vida laboral han sido premiados por ello.


Pero vayamos a los siete consejos:

1. La regla de oro de la ética, que es muy anterior a Kant, dice que "no hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti". Así de sencillo. El directivo debe preguntarse ¿Cómo me gustaría que me despidieran (a mi o a una persona querida) si estuviese en su situación? 
2. Cara a cara, sin miedo, que no pasa nada: el que toma la decisión debe decírselo al interesado; de todo lo que hace en su día a día es lo más importante, porque el paro es un problema muy serio para una familia, y en muchos casos es un daño irreparable a la autoestima. Hay que hablar y contárselo directamente, por ejemplo: "mira, Fulanita, te voy a despedir porque la hija de mi vecina se ha quedado en paro y va a trabajar con nosotros" ¿Que no lo entenderá? Por lo menos nunca pensará que es un problema suyo... ¿que pensará que eres un desgraciado? Si, pero lo eres.
3. Es muy importante dar tiempo al trabajador para que se haga la idea, busque trabajo o se organice su vida. No se puede despedir de la noche a la mañana, hay que hacer un plan con él. Incluso negociar, se pude despedir con a un año vista, para que termine estudios o se presente a oposiciones. Lo que nunca debe pasar es que el empresario pase del empleado como si su vida no le interesase y se planteen despidos en trabajos estacionales justo al iniciarse la temporada. O que simplemente un día cualquiera uno llegue a casa con la carta de despido en la mano ¿Pero no entienden que las personas tienen proyectos?
4. No amenazar con el despido. Si se tiene que hacer, se hace, sin vuelta atrás, si no se deja en paz al trabajador. Las personas no pueden funcionar adecuadamente en un sitio que saben que no les acepta. No puede haber trabajadores en la cuerda floja, deben conocer siempre su futuro, incluso las posibilidades de que el proyecto caiga y que tengan que ser despedidos. Nunca deben funcionar los rumores.
5. Pagar lo que se debe. Sin regatear. Es la única partida de la empresa que no puede ser escatimada. ¿Por qué? Primero porque está en su derecho. Segundo porque si no lo haces toda la empresa se entera y generas muy mal ambiente. Tercero porque los de fuera (los "stakeholders") se entran al ver que los trabajadores denuncian a la empresa. 
6. Explicar al resto de los trabajadores las causas objetivas del despido de alguien. Y a ser posible con él delante. O por medio de un escrito pactado. Es decir, transparencia en su máxima expresión. No se debe ocultar nada, no debe uno esconderse en la burocracia. No pueden desaparecer compañeros y que reine el silencio institucional.
7. Agradecer. El mayor error del directivo de Recursos Humanos es pensar que la empresa la hace un favor al trabajador por contratarlo. No es así. Las empresas tienen la suerte de contar con personas que son excepcionales que se dejan su vida por cumplir los objetivos y enriquecer a sus dueños o directivos. Si por alguna razón dejan de hacerlo hay que dar las gracias por ello, por el tiempo en el que sí formaban parte del proyecto. 



* Eso de jugar con las palabras y no con los hechos es una cosa que siempre me sorprende. ¿No será mejor llamar al departamento "Recursos humanos" y tratar a los trabajadores como se merecen que llamarlo "Área de personas" y desentenderse de ellos?