lunes, 2 de enero de 2017

El vestido de la Pedroche


Conste que soy el menos indicado para escribir de estas cosas. Primero porque no sé quién es Cristina Pedroche, bueno, sí la acabo de ver en la foto que todo el mundo comenta, pero no sé a qué se dedica (ni me importa). Segundo porque no tengo televisión (y me gusta decirlo, tomé las uvas con la Bárbara Archilla e Isabel Lobo en la COPE). Tercero porque no me interesa el asunto rosa.

[Y entonces ¿por qué escribe sobre algo que no le interesa y de lo que no tiene ni idea?]

Escribo esta primera entrada del año sobre ese asunto porque el tema no es ni Cristina Pedroche ni su vestido. Me interesa la estupidez humana como tema filosófico, y este asunto del vestidito es un ejemplo paradigmático. En concreto me mueven a escribir dos artículos: el primero de Lucía Etxebarria en El periódico  y el otro en El Huffingtonpost de Yolanda Domínguez, artista.

Se trata de una mujer que se viste como le da la gana y que gana un montón de euros, por hacer lo que le gusta. Y eso les escandaliza como mujeres y como feministas. El escándalo que mueve a las autoras es inmarcesible. Se escandalizan y no saben por qué, no saben dónde poner la crítica ¿en el vestido? ¿en la chica? porque están cansadas de decir que una mujer puede ponerse lo que quiera y que nadie puede juzgarla. ¿Quiénes son ellas para meterse con Cristina Pedroche y su traje de fiesta/baño? 

Como no pueden arremeter contra ella disparan contra el hombre que sale vestido a su lado o contra la empresa (ambos opresores en el imaginario marxista-feminista). 

Pero no es un caso fácil de opresion 'heteropatrialcal'. Porque lo que están diciendo es que una mujer semidesnuda es un objeto-propiedad-de-un-hombre y eso es muy grave en una sociedad en que se desnudan voluntariamente muchísimas mujeres y "muestran sus encantos" quienes así apetecen, como y cuando quieren; tan  libre y voluntariamente como Cristina Pedroche ¿Son todas las mujeres que enseñan parte de su cuerpo víctimas del heteropatriarcado? ¿Son todas esclavas? Porque también se dice esto de las que van con burka. Estaríamos ante un hecho terrible donde las mujeres que enseñan y las que no son esclavas del machismo.

Y es que el problema no está en las mujeres, el problema está en La Tele. No en la cadena, no en la empresa ni por supuesto en el hombre que viste elegante. En el concepto de La Tele. La misma que da de comer a Cristina Pedroche y, en parte, a las dos sesudas analistas: Etxebarría y Domínguez. 

El falso debate versaría sobre si es posible una televisión en la que no ocurriesen estas cosas... Pero si no hubiese mujeres desnudas saldrían las feministas a ponerlas (véase años 70). Si no hay censura no hay otra televisión posible, porque La Tele es un aparato que lanza imágenes que tienen que atraer la atención de mayoría, de la audiencia, y la mayoría es, por definición vulgar. A los hombres y a las mujeres vulgares les gusta la belleza sexuada de las mujeres (y de los hombres). No podemos luchar contra eso. Por eso la publicidad busca modelos con alto contenido erótico, solo porque eso gusta, atrae, acerca. La desnudez en las mujeres bellas gusta tanto a los hombres como a las mujeres.  

Además el propio medio lleva a lo superficial, a la mirada, a la corporeidad más que a la espiritualidad, como es lógico. Se trata de atraer, atrapar a la audiencia y eso solo se hace de manera zafia. La televisión de calidad es un oxímoron.

La belleza superficial femenina -decía- atrae a ambos sexos. A los hombres por el contenido sexual, la sexualidad del hombre es visual. A las mujeres por una idealización de su propio cuerpo. Lucía quiere ser como la Pedroche (eso deja ver en su artículo), aunque tiene el cuerpo de Lucía. Por eso se hace fotos semidesnuda y participa en entrevistas como la de esta de la foto.

No es posible otra cosa. La ley de las audiencias impide la elegancia, es La Tele la que manda, la que busca atraer, sorprender, estimular lo más bajo del ser humano. Cada cadena tiene su pedroche, su desnudez, su incitación a la lujuria disfrazada de originalidad, belleza o modernidad. Simplemente porque la lujuria es forma en la que el vulgo interpreta la belleza.

"yo me  sentí incómoda y ofendida al ver a Cristina Pedroche"

Todas las mujeres (y hombres) quieren sentirse miradas y admiradas por su belleza y esto es muy difícil porque la verdadera belleza es cosa de muy pocos y es pasajera. Entonces tenemos dos opciones: o atraer por la elegancia, es decir, por ser una persona plena que destaca por ella misma; o por la vulgaridad. Y como la elegancia es inaccesible para la mayoría es la vulgaridad la que triunfa mayoritariamente. El mostrar el cuerpo por entregas hace las veces de la belleza: iguala y permite que cualquiera pueda ser mirada con deseo. Da igual que seas fea, gorda o vieja: muestra un gran canalillo, una minifalda, un hombro o un ombligo y serás mirada, quizá con ardientes deseos, en todo caso serás visible. 

 "Es símbolo de una España zafia, grosera, rancia, inculta y sexista"


Pero claro, las miradas se pagan: una mujer que muestra su cuerpo está lanzando un mensaje (a veces inconsciente) que indica que solo puede ser valorada por su cuerpo y no por sí misma, es decir, que apuesta por lo vulgar y no por la elegancia. Se prepara para la cosificación. 

Que esto se haga en La Tele no es nada del otro mundo, es lo que hacen millones de españolas a diario. Que a la mayoría les guste es algo natural: lo vulgar es lo mayoritario ¿dónde está el problema?  ¿No éramos demócratas? ¿Votamos a ver qué quieren los españoles si a Pedroche o a Etxebarria? No hay que votar, hay audiencias.

Claro que aunque el pueblo (la audiencia) lo pida no podemos cosificar. ¡¡¡Sí, el problema está en la cosificación!!!, claro, claro... por eso no queremos cosificar a las mujeres y las tratamos con respeto, las valoramos como personas ¿verdad? aquí nadie quiere acostarse con nadie que no conozca y nadie valora a las mujeres por su cuerpo. Sobre todo la gente 'de izquierdas'. Los progres jamás se acuestan con una mujer por deporte, nunca. Nunca se fijan en los respetables cuerpos de sus iguales. Nunca. Y las feministas nunca nunca muestran escotes pronunciados ni minifaldas para atraer miradas de saldo... si lo hacen es "para sentirse bien". En fin. Feliz 2017.


Post Post. Editando la entrada he visto que el texto de Lucía Etxebarría es un plagio y que la autora es Carlota Miranda. Curioso que aún descubierta no haya retirado el plagio de Facebook y siga haciéndolo pasar por suyo, ganando fama de buena escritora, comentarios y visitas, como si lo fuese. De todos modos el artículo de Carlota es mucho mejor. Lo que aporta Lucía es de pésimo gusto como la comparación que hace entre el vestido y un niño vendiendo condones (¿?):
"Llamarnos machistas o retrógradas porque nos molestó la imagen de Cristina Pedroche en Nochevieja sería como llamarnos retrógradas y poco avanzadas si se utilizara la imagen de un menor de edad anunciando condones en la tele" [sic]

Que una escritora plagie un artículo hace sospechar de toda su obra. Es la corrupción mayor del oficio.

4 comentarios:

  1. Javier! Cómo le puedes dedicar tanto tiempo a esta colección de zafios? Abrazo!

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    1. La estupidez es el tema de nuestro tiempo, para muestra, el siguiente comentario.

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  2. Como agente transmisor de cultura, es usted una basura.
    El indulgente ego de los inferiores les incita a resarcirlo y rellenar sus propias grietas con pasta de pseudociencia.

    Somos legion. No perdonamos. No olvidamos. Esperanos.

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